Fresa devuelve la esperanza al campo oaxaqueño

Además de Oaxaca, en Baja California, Baja California Sur, Jalisco, Michoacán, Morelos y México se siembra la fresa.

En 250 metros cuadrados de tierra, Eliécer García Bautista siembra cada dos meses hasta cinco mil matas de fresa, al año obtiene entre cuatro y cinco toneladas de un producto que en la temporada invernal tiene un precio inmejorable: 80 pesos el kilogramo.

Nacer en una pequeña ranchería de Yagalán, en el municipio de San José del Peñasco, Miahuatlán, de dónde emigró su padre Antonio hace 27 años ha sido para él una fortuna climática.

Si Eliécer no siguió el camino de migrante de su padre, era porque entonces tenía tres años. Hace diez, cuando su hermano Misael también dejó Yagalán para ir a trabajar a Estados Unidos en el corte de fresa, él prefirió quedarse en una tierra que es propia.

“La gente emigra por falta de pensamiento, no es la economía”, dice con la vivacidad de un hombre que a sus 30 años no deja de aprender, “aunque no fui a la escuela”.

Fue su hermano Misael quien en sus llamadas telefónicas lo animó a sembrar fresas, una decisión que tomó hace apenas año y medio, cuando consiguió que le enviaran la planta de Michoacán, el principal productor y vendedor del fruto.

Lo hace “a campo abierto, con muy poco fertilizante químico, prefiero usar abono de ganado”. Los resultados de comercializarla con compradores que llegan hasta Yagalán que la transportan a Huatulco, Puerto Escondido y otros municipios de la Costa le permite sumar a otras dos familias que tienen trabajo de manera permanente.

No estudió, admite, pero tiene el gusto de aprender y apropiarse de un “conocimiento pleno”, por eso no desaprovecha ninguna oportunidad de asistir a ferias de pequeños productores, como la que Segunda Agroalimentaria que se realizó en el Jardín Morelos de esta ciudad.

Ahí es donde complementa los conocimientos que en ocasiones consigue con asesoría técnica, pero lo que es mejor “aprender a conocer la planta”.

Ese aprendizaje incluye dar “pasos vacíos donde no ve el resultado”, como en la segunda ocasión que invirtió 15 mil pesos para adquirir 5 mil matas de planta de fresa, pero “se murió todita”, además del dinero perdió “todo el trabajo”.

Ahora lo entiende: “Uno quiere crecer de un momento a otro, cuando no conocía la planta ni sabía cómo tratarla”, pero actualmente “ya descifré la siembra” y comprobó que el atreverse a experimentar con un cultivo poco común en Oaxaca le trajo beneficios a su familia.

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