Una madre levantó la mano y preguntó: – ¿Qué hago si mi hijo está encima de la mesa y no quiere bajar? – Dígale que baje, – le dije yo. – Ya se lo digo, pero no me hace caso y no baja- respondió la madre con voz de derrotada. – ¿Cuántos años tiene el niño?– le pregunté. – Tres años – afirmó ella.